Motivación y activación sexual, dos procesos similares pero no iguales

Para que los sujetos se vean motivados a buscar la interacción sexual con una potencial pareja sexual, se requiere de dos aspectos importantes: 1) que el sujeto presente un medio hormonal interno adecuado y 2) que se lleve a cabo un adecuado procesamiento de los estímulos incentivos procedentes de la potencial pareja sexual. Si las dos condiciones se cumplen, entonces es posible que en los sujetos se genere un “estado motivado” que los inducirá a realizar una serie de actos para lograr la interacción sexual. Como resultado de lo anterior, si el sujeto logra hacer contacto físico con la pareja sexual, entonces será posible que empiece a realizar una serie de actos propios de la interacción sexual (caricias, besos, estimulación corporal y genital, etc) que redundarán en un estado de activación o “arousal” sexual asociado al proceso de erección peneana en el hombre y lubricación vaginal en la mujer.
El arousal sexual, al igual que otros constructos psicológicos, es un término ampliamente utilizado, pero cuya definición objetiva ha sido difícil de establecer. A través de los años, el término arousal o activación sexual ha sido utilizado indistintamente como sinónimo de motivación sexual, aún cuando ambos términos han tenido una resistencia a la definición específica. La motivación sexual se ha definido como el conjunto de procesos que hacen que un organismo busque contacto sexual con otro organismo de la misma especie y generalmente del sexo opuesto (Agmo, 1999), es un término que se refiere al ímpetu que surge de la estimulación interna y/o externa para buscar o crear la ocasión de establecer la interacción sexual y es medida por la disposición de los organismos para trabajar (gastar energía) y tener acceso a la potencial pareja sexual. Por otro lado, el término arousal fue primeramente descrito por Moruzzi y Magoun (1949) para describir un estado fisiológico central de sobreactivación. Pfaff (2006) describe que un animal o ser humano esta activado sexualmente cuando está: más alerta a todos los tipos de estímulos sensoriales, más activo conductualmente y más reactivo emocionalmente. Bajo esta descripción, entonces, el arousal sexual no es más que un tipo específico de arousal en el que el sujeto está más alerta a los estímulos con significado sexual, presenta más despliegues motores y conductuales (para lograr la interacción sexual), y está más reactivo a las emociones (sexualmente hedónicas y/o afectivas). Sin embargo, esta descripción de arousal sexual está muy lejos de la concepción que se ha dado durante mucho tiempo relacionándolo sobre todo con procesos motivo-emocionales y (en el caso de los machos) con la erección penenana y eyaculación (Sachs, 2007).
El arousal o activación sexual y la motivación sexual son dos términos semi-independientes que pueden ocurrir en algunos momentos de forma independiente y en otros de forma simultánea. El arousal y la motivación sexual representan una experiencia multidimensional disparada por estímulos exógenos y/o endógenos en los cuales diversas áreas del cerebro juegan un papel crítico en la experiencia de deseo sexual, así como en la inhibición o facilitación de la acción subsecuente.
Para que se genere la motivación sexual es necesaria la influencia de hormonas gonadales sobre las estructuras que conforman el circuito neural involucrado en la detección de estímulos sensoriales. Sin embargo, la simple detección de estímulos, con significado sexual, no es suficiente; es necesario además que haya un procesamiento adecuado de tales estímulos que permitan la adecuada asignación de valor incentivo, así como su percepción como recompensante. Los organismos son capaces de detectar que los estímulos provenientes de una potencial pareja sexual difieren de todos los demás estímulos existentes, como puede ser el olor del sexo opuesto, de tal forma que machos y hembras de diversas especies responden con acercamientos a los estímulos de relevancia sexual emitidos por los miembros del sexo opuesto. En el ser humano, el estímulo con mayor fuerza y relevancia sexual es la estimulación mecánica (somatosensorial) de los genitales, que da lugar a un estado de placer específico. Todos los demás estímulos adquieren un significado sexual de acuerdo a la asociación que se haya generado con ellos o al aprendizaje por observación o social. Por lo que se puede decir que cualquier estímulo puede adquirir connotaciones o significados sexuales dependiendo de las asociaciones realizadas.
            Se sabe que la exposición a estímulos visuales sexualmente relevantes produce en el humano un estado de activación o arousal sexual asociado a incrementos en la tasa cardiaca, dilatación pupilar, incremento de la tasa respiratoria y de la respuesta galvánica de la piel, además de un estado de emoción o ansiedad asociado a incrementos de la activación cerebral sobre todo en la corteza prefrontal. La mayoría de estudios donde se ha evaluado la funcionalidad cerebral y activación sexual en respuesta a estimulación visual erótica han usado fotografías, dibujos o películas. Por ejemplo, Beauregard y cols. (2001) utilizaron películas con contenido sexual y pidieron a los sujetos que inhibieran su deseo sexual ante dichas escenas, se demostró que la activación sexual, que les generaban las escenas sexuales, provocó un mayor flujo sanguíneo cerebral regional de la amígdala derecha, el lóbulo temporal anterior derecho y del hipotálamo, mientras que el intento de inhibir la activación sexual se relacionó con el incremento en el funcionamiento de la corteza prefrontal dorsolateral derecha y del cíngulo anterior. Mediante la actividad neuroeléctrica registrada en regiones anteriores, se mostró la participación de la corteza prefrontal en la categorización temprana de fotos con contenido emocional y en el procesamiento motivacional, al mostrar un incremento en la sensibilidad a imágenes con contenido sexual. También se han encontrado respuestas ante estos estímulos visuales (videos) con contenido sexual explicito, en áreas frontales y centrales de la línea media a los 185ms y 195 ms respectivamente, así como en regiones parietales a los 274ms. Así, se ha sugerido que la corteza prefrontal dorsolateral es un lugar donde la información se mantiene durante el tiempo transcurrido entre la estimulación y la respuesta, asumiendo que la corteza prefrontal dorsolateral tiene una función importante en el mantenimiento de la representación del estimulo en la memoria de trabajo, como preparación para emitir una respuesta (León-Carrión y cols., 2007).
Los estudios mencionados han dado información relevante en cuanto al sustrato hormonal y neurofisiológico responsable del arousal sexual y funcionalidad cerebral asociada a tal situación fisiológica. En la medida que se tengan más estudios objetivos, sobre todo evaluando el papel de otras modalidades sensoriales sobre el nivel de activación cerebral y arousal sexual, será posible conocer y tener un mejor entendimiento de las bases neurales y psicológicas relacionadas con la motivación, líbido y placer sexual.

Referencias

Agmo, A. (1999). Sexual motivation – an inquiry into events determining the occurrence of sexual behavior. Behavioural Brain Research. 105: 129-150.

Beauregard, M., Levesque, J. y Bourogouin, P. (2001). Neuronal Correlates of conscious self-regulation of emotion. Journal of Neuroscience, 21:1-6.

 

León-Carrión, J., Martin-Rodríguez, J. F., Damas-López, J., Pourrezai, K., Izzetoglu, K., Barroso y Martin, J. M. y Dominguez-Morales, M. R. (2007). Does dorsolateral prefrontal cortex (DLPFC) activation return to baseline when sexual stimuli cease? Neuroscience Letters. 416: 55-60.

Moruzzi, G., W. Magoun (1949): Brain item reticular formation and activation of EEG. Electroencephalography and Clinical Neurophysiology. 1

Pfaff, D. (2006). Brain arousal and information theory. Neural and genetic mechanisms. Harvard University Press.

Sachs, B.D. (2007). A contextual definition of male sexual arousal. Hormones and Behavior. 51: 569-578.

 

 

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