Es tiempo de pensar más allá de lo convencional: doctor Francisco Marmolejo Cervantes

El pasado lunes 5 de julio se llevó a cabo la inauguración del Seminario de Internacionalización Universitaria, con el cual arrancaron las actividades de la Universidad Internacional de Verano de este 2021. La conferencia inaugural estuvo a cargo del doctor Francisco Marmolejo Cervantes, presidente de Educación Superior de la Fundación Qatar para la educación, ciencia y desarrollo económico, quien distinguió al CULagos al acudir a dictar la primera conferencia en modalidad presencial desde el inicio de la pandemia. En el marco de este magno evento, el CULagos contó también con las reflexiones de la doctora Joceline Gacel-Ávila, directora de la División de Estudios de Estado y Sociedad, titular del observatorio regional sobre internacionalización y redes en educación terciaria en América Latina y el Caribe. Se contó también con la presencia del doctor Carlos Iván Moreno, Coordinador General Académico y de Innovación de la Universidad de Guadalajara.
 
La conferencia del doctor Marmolejo Cervantes, titulada Retos de las universidades como respuesta a la sindemia, consistió en brindar observaciones sobre lo que pasa actualmente en el mundo de la Educación Superior. Dio inicio presentando un panorama general de las situaciones por las que atraviesan las universidades de todo el mundo ante un fenómeno que es mucho más complejo que el tema epidemiológico, para posteriormente exponer las oportunidades que tienen las instituciones de educación superior de cara a esta complejidad. El doctor Marmolejo afirmó que ante ello las universidades pueden y deben jugar un papel importante.
 
La pandemia de COVID – 19 ha afectado también la salud emocional de las personas, y las dinámicas de la industria y la economía, entre muchas otras cuestiones; de tal manera que la situación actual va más allá de un problema epidemiológico: tiene importantes consecuencias en los diferentes ámbitos de la sociedad e implica una gran complejidad en pos de su atención. Así, pues, el doctor Marmolejo se remitió a la noción de sindemia –concebida en la década de 1990 por el antropólogo y médico estadounidense Merrill Singer, quien argumentó que “un enfoque sindémico revela interacciones biológicas y sociales que son importantes para el pronóstico, tratamiento y la política de salud” –.
 
En comparación con otros eventos extraordinarios que el mundo ha vivido en esta generación, se espera una lenta recuperación; a la vez que se anticipa que algunos sectores (como el de la aeronáutica), ya no serán lo que solían ser. Entre los cambios más contundentes que ha conllevado esta crisis mundial observamos la rápida transición al trabajo de manera remota, la creciente demanda de servicios digitalizados y autoservicio, el auge del e-commerce y de las plataformas en línea y por demanda. El doctor Marmolejo cuestionó: ¿qué tiene qué ver todo esto con la educación superior?
 
Este panorama plantea algunas cuestiones importantes para las universidades: si se considera que es posible seguir operando de la misma manera o si habrá un margen para cuestionar si el modelo de operación de la universidad sigue siendo vigente. Ya que sucedió lo inesperado y la educación en todo el mundo dejó de funcionar de la manera en la que funcionaba –en algunos casos llegando a suspenderse totalmente–, el doctor Marmolejo responde a las preguntas anteriores aseverando que valdría la pena analizar qué elementos de lo que se hace en las universidades hay que reconsiderar y qué elementos sí hay que proteger a pesar de la disrupción que se está viviendo en el mundo.
 
En un balance, el especialista en educación superior observa que se han obtenido algunos aprendizajes, por ejemplo: el uso de las plataformas virtuales y el diseño de estrategias digitales para propiciar el proceso de enseñanza – aprendizaje, pero es necesario también  reconocer que aún no sabemos qué tanto ha afectado los aprendizajes esperados, ni si los estudiantes están más y mejor preparados, o si la interacción se vio afectada positiva o negativamente, o de qué manera las nuevas pedagogías digitales nos están ayudando a enseñar mejor o peor. Ante ello, el doctor afirmó rotundamente: “si hay capacidad en algún lugar para estudiar y difundir eso es en las universidades”. Para él, esta es una oportunidad para reinventar, reimaginar y reconstruir la educación superior. También repasó algunos temas críticos que ya existían antes de la pandemia, tales como: la equidad en el acceso a la educación, la pertinencia de la misma, la gobernanza, y la internacionalización. Incansable en sus reflexiones, el doctor planteó si acaso la educación superior es la promotora de la equidad y de la movilidad social o, por el contrario: es un factor que contribuye a la inequidad.
 
Conforme a un reporte elaborado recientemente por la Fundación Qatar sobre nuevas escuelas del pensamiento, a propósito del cierre de las operaciones, los retos más urgentes de las instituciones de educación superior son: contribuir a una economía y sociedad cada vez más digital; utilizar la tecnología para una mejor y más incluyente educación; capitalizar lo que se ha aprendido sobre las plataformas para llegar a segmentos de la sociedad que normalmente no se benefician de la educación superior; asegurar que tanto en las instituciones públicas como privadas de educación superior se brinda a los estudiantes programas de calidad y relevancia; seguir siendo global en una era del nacionalismo. Sin embargo, el más importante desafío es y seguirá siendo responder a la creciente demanda de la educación superior.
 
De todo esto se derivan nuevas preguntas: ¿cómo convertimos a las universidades en universidades más flexibles y más adaptables? ¿cómo nos quitamos los pesos de las tradiciones y nos atrevemos a pensar en reinventar la educación superior para esta realidad compleja que está enfrentando el mundo? Para el doctor Marmolejo, este es el tiempo de pensar más allá de lo convencional, de trascender las ideas preconcebidas acerca de lo que sirve y lo que no, y de pensar que tal vez haya otra manera de hacer las cosas. Frente a las demandas que plantea este contexto, sobre todo en cuestión de una educación más flexible y a tono con las nuevas realidades, el doctor compartió que el panorama en México y Latinoamérica evidencia una estructura curricular rígida y cerrada, cargada de gran cantidad de cursos académicos.
 
En cuanto a la internacionalización de la educación, también hay algunas observaciones graves: el COVID-19 ocasionó que más de 200 millones de estudiantes de nivel superior dejaran de acudir a las universidades, entre los cuales un 70% de los estudiantes internacionales regresaron a sus países de origen; sólo un 60% de la enseñanza ha podido ser sustituida con medios no presenciales, hoy en día hay estudiantes que no han podido continuar su educación en ninguna manera, lo que impele a reconocer que la forma de continuidad que se le dio a la educación de manera emergente no puede ser la solución permanente. Observando los ejemplos de Australia –donde casi la mitad de los estudiantes eran internacionales–, Estados Unidos e Inglaterra, cuyas instituciones sufrieron la contracción en la matrícula de estudiantes internacionales, afectando considerablemente los aportes económicos e intelectuales; esto pone de manifiesto que la crisis ha modificado la idea tradicional de la internacionalización, que da prioridad a la movilidad de estudiantes, quienes se han preocupado cada vez más por cómo aprender remotamente. Ante este panorama, es importante que la internacionalización de las instituciones de educación superior sea replanteada.
 
En lo que respecta a la investigación, se ha podido observar solidaridad y resiliencia entre los miembros de la comunidad, a la vez que la ciencia se ha abierto más a la sociedad y los procesos de revisión de artículos se han acelerado. En contraparte, la inmovilidad física ha ocasionado que algunos investigadores no se hayan podido conectar tanto como quisieran, además de que  sectores que han sido perjudicados: baste observar cómo la productividad de las mujeres investigadoras ha disminuido al ellas tener que combinar de manera simultánea papeles adicionales en la educación y en el hogar, además de que el énfasis en la urgencia ha marginado sectores como el de las ciencias sociales y las humanidades, dando prioridad de aplicación de los recursos al sector salud.
 
Mientras que en el ámbito de la docencia se transitó rápidamente a la virtualidad, lo que fue facilitado mediante la capacitación a profesores y la adopción de plataformas virtuales, reinventándose rápidamente y buscando claves para mantener el interés y propiciar el aprendizaje en entornos en línea; esta transición resultó útil, sin embargo, no puede ser una solución permanente. La crisis nos demostró que no estamos preparados y que nuestro entorno operativo es frágil; las deficiencias que ya existían no desaparecieron y estarán más presentes; por ello vale la pena cuestionar nuestros supuestos tradicionales, a la vez que es urgente que los liderazgos se adapten para tiempos de crisis.
 
Mientras que los grandes desafíos que enfrentan las instituciones de educación superior se presentan en cómo minimizar el déficit de aprendizaje; cómo se resuelve la inequidad debido a la brecha tecnológica y a los problemas de conectividad y de acceso a dispositivos; en cómo se mantiene el interés de los estudiantes y cómo se evalúa su aprendizaje; en cómo garantizar la continuación y mejoría del trabajo de investigación; en cómo atenuar las implicaciones financieras que tendrá la educación superior por la contracción económica;  en atender la salud mental de los estudiantes y docentes. A nivel institucional, el doctor Marmolejo reconoció el esfuerzo de la Universidad de Guadalajara para ser activamente involucrada en la atención a la crisis sanitaria, más allá de lo académico, en el apoyo al gobierno, tanto en acciones como en la toma de decisiones.
 
Entonces: ¿qué hacemos para construir los escenarios que demanda la crisis? En un mundo cada vez más interdependiente, conectado, turbulento y fascinante, lleno de descubrimientos científicos y de innovación, tenemos una nueva realidad para ver con lentes diferentes; que la internacionalización vaya más allá de la movilidad y la firma de convenios, que el impacto de la investigación no sólo se mida conforme a las publicaciones. Las instituciones de educación superior deben educar para la vida, para la ciudadanía, reflejar perspectivas más allá del salón de clases, preparar a los estudiantes para adaptar el conocimiento a nuevos contextos y realidades. El papel de las universidades es formar ciudadanos globales, competitivos y comprometidos con su comunidad.
 
Por su parte, la doctora Jocelyne Gacel-Ávila reflexionó sobre la internacionalización en este contexto planteado por el doctor Marmolejo Cervantes, afirmando que este tema para la educación superior es uno de los más sensibles y con mayores retos, al ser una problemática que ya existía en México antes de la pandemia, y no ser una prioridad para los gobiernos y carecer de políticas públicas al respecto. Ante la pregunta de cuál es el futuro de la internacionalización, su respuesta ha sido pesimista: será difícil regresar a los niveles anteriores por un decremento en la movilidad y por un empobrecimiento de la población, aunado a que las universidades públicas tendrán menos dinero, y a que este es uno de los factores necesarios para la movilidad.
 
En una postura un poco más optimista, la especialista en internacionalización observó que la crisis nos va a obligar a transitar de un proceso de internacionalización centrado en la movilidad física a un proceso centrado en las estrategias de internacionalización en casa e internacionalización del currículum, lo cual beneficia a todos los estudiantes, en comparación a la movilidad física, teniendo en cuenta que América Latina ésta última sólo beneficia al 1% de la población. Sin embargo, para lograr esta transformación se requería de un cierto nivel previo que no tenemos: ya que la “Internacionalización en casa” es la estrategia más compleja, al requerir de la actuación del medio académico y de líderes convencidos de que la internacionalización sí puede hacer la diferencia.
 
En este tenor, felicitó al CULagos, liderado actualmente por el doctor Aristarco Regalado Pinedo, por los pasos que se han dado: al impulsar una Licenciatura en Lenguas y Culturas extranjeras (única en el país, que atrae a CULagos a estudiantes de todo México); la Global Citizenship Class; el curso de lengua y cultura japonesa que se imparte en colaboración con el CUCSH; el Seminario Internacional de Verano, y los proyectos de colaboración internacional como los de Erasmus, son ejemplos de iniciativas necesarias para alcanzar tanto la internacionalización en casa como la internacionalización del currículum.
 
El diagnóstico de la doctora Jocelyne Gacel fue contundente: México no está preparado para la internacionalización de la educación, y es proceso que se va a deteriorar dado el rezago crónico en materia de políticas públicas sobre la internacionalización, la carencia de sistematización, planeación y profesionalización, y a que el proceso de internacionalización de las instituciones ha sido centrado en la movilización y en acciones individuales.
 
El doctor Aristarco Regalado Pinedo presidió este acto inaugural, a la vez que posteriormente dio a conocer en presencia de todos los invitados especiales el nombramiento que el edificio de autoacceso ha recibido ahora, tras haber sido reubicado a la antaño biblioteca de la escuela preparatoria. El edificio en el que se llevarán a cabo las actividades de aprendizaje de idiomas se denomina “Doctor Francisco Marmolejo Cervantes”, con el propósito de constituir a este gran especialista como un modelo para toda la comunidad del CULagos.
 
 
Atentamente
"Piensa y Trabaja"
"Año del legado de Fray Antonio Alcalde en Guadalajara"
Lagos de Moreno, Jalisco, 14 de julio de 2021
 
Redacción y fotografías: Marina Ortiz