Mauricio Gómez González egresó de Ingeniería Mecatrónica del CULagos en 2009. Actualmente realiza su doctorado en Astrofísica en el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE), y es líder de un equipo que ha descubierto catorce estrellas tipo Wolf-Rayet en Messier 81 (M81), una galaxia espiral localizada a doce millones de años luz de la Tierra. El equipo con el que colabora en esta investigación está integrado por los doctores Divakara Mayya y Daniel Rosa González, investigadores del INAOE.
A propósito de su pasión por la astronomía, Mauricio Gómez ha compartido que la divulgación científica fue abono para un germen que ya había en él cuando estudiaba mecatrónica: en un congreso nacional de física tuvo la oportunidad de escuchar a Luis Felipe Rodríguez, uno de los astrónomos mexicanos más relevantes a nivel internacional. Al oír todo lo que este importante científico tenía para compartir, Mauricio supo que se quería dedicar a la astronomía. Esta vocación fue tomando su cauce conforme participó en programas como el Verano de la Investigación Científica y Tecnológica del Pacífico (mejor conocido como Delfín), y el Verano de la Investigación Científica de la Academia Mexicana de Ciencias. Fue en una de estas ocasiones que llegó por primera vez al INAOE para colaborar en un proyecto de robótica. Esta experiencia significó su primer contacto con la instrumentación astronómica, disciplina en la que realizó su maestría en esta institución y que lo llevó a cursar actualmente el doctorado en Astrofísica.
Mauricio expresa un gran orgullo: por ser mexicano, por ser egresado del CULagos, por pertenecer a un instituto con tecnología y recursos humanos que destacan a nivel internacional. Reconoce que es necesario hacer un gran esfuerzo para conseguir grandes cosas, y menciona a quienes han abierto brecha en este campo para que en México haya un equipo importante de científicos. Entre ellos a Guillermo Haro, fundador del INAOE y primer astrónomo profesional en México, visionario sobre la capacidad para que en nuestro país se desarrolle ciencia y tecnología propia. Él descubrió cómo nacen las estrellas con masas como el sol, y de hecho estos objetos astronómicos llevan su nombre: Herbig-Haro. Destaca también a Silvia Torres-Peimbert, presidenta de la Unión Astronómica Internacional, como digna representante de nuestros científicos en esta organización. Ambos como ejemplos del potencial mexicano y como modelos de los logros por alcanzar mediante el trabajo y la dedicación.
Como oportunidad para los jóvenes interesados, recomienda acercarse al INAOE. Ahí reciben a estudiantes de escuelas primarias y secundarias de todos los niveles socioeconómicos para que conozcan sus instalaciones, sus telescopios y escuchen charlas de divulgación de los científicos del instituto. También están abiertas las puertas para los jóvenes que van comenzando con la investigación, como parte del estímulo necesario para canalizar las inquietudes existentes en las nuevas generaciones, que por medio del acercamiento se animen a cursar un posgrado en el instituto. “Cuando vienen niños de escuelas primarias y secundarias humildes (me gusta) que sepan que aquí en su país hay mexicanos (…) que pueden llegar a hacer cosas importantes, como Guillermo Haro, no solamente para México, sino para el mundo de la ciencia”. Los medios para acercarse son, por ejemplo, los veranos de investigación antes mencionados; y también está la posibilidad de participar en otras convocatorias de incorporación como escuelas, conferencias y talleres. Mauricio cuenta que mientras estudió su pregrado estuvo “a la caza” de estas convocatorias, lanzadas desde distintas plataformas y disponibles en Internet.
Sobre su hallazgo con las estrellas y la importancia de que la gente lo conozca, menciona: “la astronomía o la astrofísica tratan de temas mucho más grandes que nosotros mismos, de todo el universo (…), entonces nos ayuda a darnos cuenta de nuestro lugar, no en nuestro país, no en nuestro planeta, que es importante, si no en el universo entero, y darnos cuenta de (…) una historia más universal: saber que venimos de los elementos químicos que se procesan en el interior de las estrellas, y justamente de estas estrellas que se descubrieron son de las que aportan estos tipos de elementos químicos, de los que después los seres humanos y todo el planeta tierra nos vamos a formar: es algo que nos trasciende”.
Y para continuar hablando de la trascendencia, Mauricio nos cuenta: “estas estrellas que descubrimos nosotros que se llaman estrellas Wolf-Rayet, son por ejemplo hasta 25 o 100 veces más masivas que el sol, entonces nos da una escala del sol: qué lugar ocupa en cuanto a masa y tamaño. Están a distancias increíblemente lejanas, que nuestra imaginación no puede comprender: por ejemplo estas están como a doce millones de años luz. Para que te des una idea de cuánto es esta distancia: un segundo luz son 300 mil km., que es como para darle siete vueltas a la tierra en un segundo, y la distancia a la que están estas estrellas multiplica el número de segundos que hay en doce millones de años por 300 mil km: es increíblemente lejano. Y ni siquiera son las más lejanas, hay otras cosas mucho más lejanas. Estas estrellas al ser tan masivas viven relativamente poco: cuatro millones de años, si lo comparas con la edad del sol (4,500 millones de años). Las vimos como estaban hace doce millones de años, la humanidad ni siquiera estaba aquí en la tierra, (…) y como solamente viven cuatro millones de años, en nuestro presente ya explotaron como supernovas. Los astrónomos dentro de doce millones de años van a poder verlas como están ahora. Cuando uno ve el universo ve realmente el pasado: son distancias tan grandes que incluso a la luz le cuesta tiempo llegar”.
Como la gran mayoría de los descubrimientos en la ciencia, que Mauricio viera estas estrellas fue una serendipia: “El día que vi una, la primera que encontré, no tenía idea de qué era. Yo estaba estudiando otra cosa (…), hay unos objetos que se llaman cúmulos de estrellas (…) parecen enjambres. Yo estaba estudiando ese tipo de objetos para ver cómo evolucionan y ahí me encontré con una estrella Wolf-Rayet, y luego me fui, por otros propósitos, a observar una semana desde el Gran Telescopio Milimétrico (el radiotelescopio más grande del mundo en su tipo, ve en longitudes de onda milimétrica y mide 50 metros. Está en México, junto al pico de Orizaba, en Puebla). Allá en mis tiempos libres veía qué era esto que había encontrado, que era importante, (leyendo en las publicaciones sobre el tema) y ya, encontramos las catorce estrellas”. Este hallazgo se realizó con observaciones del Gran Telescopio Canarias de 10.5 metros, el telescópico óptico más grande del mundo, en España, y en el que México tiene participación, también fueron utilizados datos del Telescopio Espacial Hubble.
A respecto de esto, Mauricio reafirma la solidez del trabajo astronómico en nuestro país: “vienen chicos por ejemplo de Rusia, de la India, de España, a hacer su posgrado en el INAOE (…). Tenemos acceso a los mejores datos y nos dan tiempo en los mejores telescopios”. La emoción por este logro permea todo lo que Mauricio comparte, hay en él un fuerte entusiasmo para continuar trabajando, ya que siguen descubriendo estrellas, y destaca sobre todo la importancia de que la comunidad conozca estos hallazgos, para que crezca la inversión a la ciencia, “pero para esto tiene que haber una sociedad que sepa que es importante”.
Texto: Marina Ortiz
Fotografía: Cortesía